GastroGarnacha: Zaragoza me conquistó por el paladar
No sabía que Zaragoza sabía tan bien. La había recorrido muchas veces, siempre con cariño, pero esta vez fue distinto. Fue llegar y sentir que la ciudad entera me hablaba al oído —con acento aragonés y un punto de orgullo— invitándome a probar su alma. Y esa alma, descubrí, se sirve en copa de vino y en plato hondo.
Así es GastroGarnacha, un festival que no solo se saborea, sino que se vive. Más de 40 bares y restaurantes de la ciudad participan estos días en una celebración donde la protagonista absoluta es la uva Garnacha, maridada con tapas, menús y mucha pasión local. Una ruta viva, cálida, auténtica, donde el vino y la gastronomía se dan la mano para mostrar la mejor cara de Zaragoza.
Garnacha: el alma de Aragón en una copa
Lo primero que me sorprendió fue cómo un evento de estas características no solo pone en valor un producto, sino una identidad entera. GastroGarnacha forma parte de las actividades de Zaragoza Capital Mundial de la Garnacha, y no es casual. Aquí, el vino no se entiende como un lujo ni como un complemento, sino como una expresión natural de la tierra.
Hay vinos que cuentan historias, sí. Y hay ciudades que se vuelcan en contarlas. En Zaragoza, esa historia se llama Garnacha. Una variedad que durante años fue desplazada por otras más comerciales, y que hoy vive su merecida revancha. Una uva con carácter, con raíces profundas, capaz de ofrecer vinos frutales, sedosos, cálidos, perfectos para acompañar una cocina con la misma intensidad.
Una ruta que se recorre con todos los sentidos
Durante mi estancia decidí entregarme al viaje con todo. Sin prisas. Sin mapas. Solo con curiosidad, hambre y sed. A cada paso encontraba un nuevo rincón que ofrecía una propuesta singular: una tapa elaborada con mimo, un maridaje con Garnacha de alguna bodega aragonesa, una historia detrás del plato o del vino.
Recuerdo el aroma de una carrillera al vino tinto que casi me hace llorar. El sabor redondo de un arroz meloso con setas y trufa negra. La textura perfecta de un bacalao confitado sobre crema de patata y reducción de Garnacha. Y de postre, una mousse de chocolate con aceite del Bajo Aragón y sal de garnacha: un bocado que me reconcilió con el mundo.
Más que gastronomía: un homenaje a lo cercano
Lo que realmente me emocionó fue ver cómo Zaragoza se volcaba con el festival. No era solo una acción turística o un evento gastronómico al uso. Era un homenaje colectivo a lo propio: a los bares de siempre, a los chefs jóvenes que apuestan por el producto local, a las bodegas que resisten y se reinventan, a las recetas que vienen de casa y se transforman en cocina contemporánea sin perder ni un gramo de autenticidad.
Tapas con carácter y una copa de Garnacha
Mi primer contacto con GastroGarnacha Zaragoza fue informal, de pie en la barra, copa en mano. Allí pedí una tapa de milhojas de Ternasco de Aragón con mahonesa de trufa que aún recuerdo. A su lado, una copa de Garnacha D.O. Campo de Borja, suave, redonda, con aromas de frutas rojas y tierra húmeda.
En otro bar probé la Crujiente de rabo de toro con Cebolla Fuentes de Ebro D.O.P. caramelizada y reducción de vino garnacha, que le daba profundidad y dulzor. -Crítica constructiva: deberían avisar que da ganas de pedir otra-.
En mi siguiente parada, me atreví con algo más original: un takoyaki relleno de Ternasco de Aragón, crujiente por fuera, meloso por dentro. Todo armonizado con una Garnacha joven de Cariñena que equilibraba perfectamente la intensidad del plato.
También me sorprendió gratamente la empanadilla de carrillera de cerdo de Teruel con cebolla encurtida de Fuentes, una explosión de sabor que maridaba con una Garnacha de la D.O. Calatayud más estructurada y con un punto especiado.
Cada tapa se acompaña de una copa de vino por 5,50 euros, lo que convierte esta ruta en una manera asequible y deliciosa de descubrir Zaragoza desde sus bares.
Menús maridados: la Garnacha se sienta a la mesa
Si las tapas me sorprendieron, los menús con maridaje de Garnacha directamente me emocionaron. Reservé mesa en uno de esos restaurantes que combina producto local y cocina con intención. Uno de los momentos más memorables de mi paso por GastroGarnacha fue la comida en donde el menú maridado con vino Garnacha fue una auténtica celebración del producto y la creatividad.
Empezamos con un sorprendente huevo a baja temperatura servido sobre una sedosa crema de foie, coronado con sal de olivas negras y palomitas crujientes, un juego de texturas y sabores que despertó el paladar con sutileza. Como primer plato, llegó un evocador arroz de fitoplancton con gambas, calamar y un alioli de wasabi que aportaba frescor y carácter marino, con un equilibrio muy bien logrado entre la intensidad y la elegancia.
El segundo plato ofrecía varias opciones, todas apetecibles: desde un solomillo de ternera a la brasa con salsa de setas, yema crujiente y patatas gajo, hasta un delicado suquet de rape con gambas y mejillones, o un sabroso pulpo a la brasa con parmentier de chipotle, aceite de pimentón y alga wakame. Pero confieso que me incliné por la opción más tradicional y reconfortante: el ternasco de Aragón asado al estilo “La Bodega de Chema”, acompañado de unas irresistibles patatas al horno, que hablaban de fuego lento, raíces y domingo en familia.
Para el prepostre, un refrescante sorbete de mandarina al vodka, seguido de una deliciosa tarta de queso con galleta María y helado de vainilla, que cerró la comida con una nota dulce y nostálgica. Todo ello maridado con una copa del vino Finca Bancales, 100% Garnacha de la D.O. Cariñena, que se mostró como el hilo conductor perfecto: redondo, amplio, lleno de matices que se iban desplegando plato a plato. melocotón de Calanda DOP, que me supo a infancia y verano.
Hay menús desde 25 hasta 55 euros, todos elaborados con Alimentos de Aragón. Y eso se nota en cada ingrediente. Se han unido a esta iniciativa. además de El Albergue de Morata, El Candelas, El Caserío de Biel, El Cocinero de Goya, Espumosos 5 de Marzo, Gastrobar Tonik, Homosibaris La Cebada, La Rinconada de Lorenzo, Restaurante Antigua Casa Royo, Restaurante Aragonia, Restaurante La Bodega de Chema, Restaurante La Mazmorra, Restaurante Mas Torres o Urola que ofrecen estos fantásticos menús.
Otros locales como Albarracín, Albergue de Morata, Basho Café Gastrobar, Blasón del Tubo, Brasería Fire, Café del Marqués, Casa Arriazu, Casa El Pescatero, Casa Nogara, Casa Teresa, Cervecería D’Jorge Plaza San Francisco, Cervecería D’Jorge Torre Outlet, Dalai Valdespartera, El Candelas, El Caserío de Biel, El Cocinero de Miralbueno, El Escondite, El Molino Torre Outlet, El Truco, Envero Gastro Wine, GastroNolasco, Homosibaris La Cebada, Hotel Don Jaime 54, La Casa de la Marimorena, La Cava, La Doris Gastrotaberna, La Factoría, La Hora Montecanal, La Republicana, La Tía Petaca, Marpy, Mulo, Parrilla Nardone, Pollería San Pablo, Restaurante Atípico Comfort Food, Restaurante Buenacara, Restaurante Maite (en terraza), Taberna Modorro, Vita Taberna Gastronómica. Que ofrecen tapa + una copa de vino.
FESTIVAL DE LA GARNACHA Guia de locales
Y ahí estaba yo, copa en mano, cruzando plazas, entrando en tabernas, hablando con cocineros que me contaban sus propuestas. Algunos apostaban por reinterpretar lo tradicional; otros se lanzaban a combinaciones audaces, siempre con la Garnacha como hilo conductor. En todos los casos, el resultado era el mismo: una experiencia que te habla del territorio, de su gente y de su historia gastronómica.
La hospitalidad como maridaje secreto
Zaragoza tiene algo que no se compra ni se enseña: una hospitalidad natural, cercana, de verdad. No hay afectación, no hay pose. Hay ganas de compartir, de acoger, de hacerte sentir en casa. En cada barra, en cada conversación, en cada brindis improvisado, noté esa generosidad aragonesa que te abraza sin pedir permiso.
Y eso también forma parte de GastroGarnacha. Porque no es solo lo que comes y bebes, sino cómo te lo sirven, cómo te lo cuentan. Esa calidez es, sin duda, el maridaje secreto que hace que la experiencia sea inolvidable.
Me fui con el sabor de querer volver
Después de varios días recorriendo esta ruta tan sabrosa como sorprendente, me fui de Zaragoza con una sonrisa difícil de borrar. Y con una certeza: hay ciudades que te conquistan desde el primer sorbo. Que no necesitan grandes artificios para brillar. Que se muestran tal como son, con sus plazas llenas de vida, sus calles con historia, y una propuesta culinaria que enamora desde la raíz.
GastroGarnacha me recordó por qué me dedico a contar lo que vivo: porque hay momentos que merecen ser escritos. Porque hay ciudades que, como los buenos vinos, necesitan tiempo para ser comprendidas. Y porque hay viajes que empiezan en un plato… y terminan grabados en el corazón.
Zaragoza, gracias, por tanto. Volveré. Y brindaré otra vez, con Garnacha en la copa y los cinco sentidos despiertos.
Más información y todas las propuestas gastronómicas aquí: https://zaragozagarnacha.com
https://zaragozagarnacha.com/festival/