El Ródano, el más mediterráneo de los ríos franceses, ha vertebrado la historia y la ciudad. Aviñón no sólo es el recinto amurallado que envuelve la Ciudad de los Papas, también los es Villeneuve-les-Avignon, y ambas, separadas por el Ródano, eje vertebral de una ciudad, que hasta tiene una isla en su seno, la isla de Barthelasse.
Aviñón históricamente siempre tuvo relevancia, pero fue un siglo, el siglo XIV, el que la situó en el epicentro de la historia de la cristiandad. Múltiples circunstancias determinan el traslado de los papas desde Roma a Aviñón, la violenta situación que vivía Roma y que había obligado a los sucesores de San Pedro a refugiarse en Perugia, el comienzo de la Guerra de los 100 años entre Francia e Inglaterra, el extraordinario poder de los reyes de Francia, … pero lo que iba a ser temporal terminó durando 68 años (1309-1377), e implicando a 7 papas y a 2 “antipapas”.
Villeneuve-les-Avignon
la ciudad gemela de la ciudadela de los papas, desde su castillo, el fuerte de Saint-André, controla y vigila a los papas. Felipe IV de Francia, Philippe le Bel, quiere su parcela de poder intacta frente a unos papas de gran poder político qué con ejércitos, en muchos casos formados por mercenarios, querían influir sobre la Guerra de los 100 años. El castillo y el Pont Saint Bénezel (con 22 arcos unía las dos ciudades) construidos por el rey lo son para asegurar su poder y el control sobre el río, el Ródano.
Cuando Aviñón pasa a ser sede papal, no olvidar los años 1309-1377, tiene lugar la llamada “crisis del alojamiento” que hace que Villeneuve-les-Avignon se convierte en la sede de los palacios y residencias de la “corte papal”, fundamentalmente formada por cardenales; y por este motivo auténticas joyas arquitectónicas han sido legadas a la historia en esta margen del Ródano como son la Colegiata de Notre-Dame y su Claustro del siglo XIV; o la Cartuja de Notre-Dame-du-Val-de Bénédiction, un monasterio cartujo del siglo XIV, el mayor de los fundados por la orden, que con una iglesia y tres claustros, con frescos increíbles de Matteo Giovannetti, disponía de 40 celdas y un jardín.
Hoy ambas márgenes del Ródano no se comunican por el Puente de Saint Bénézel, sólo 4 arcos, de los 22 originales, son testigos de las violentas y sucesivas crecidas del río que hicieron desistir, en el siglo XVII, de reconstrucciones estériles. Del extremo en Villeneuve, hoy inexistente, sólo queda la conocida como Torre de Philippe le Bel.
Esta parte de la ciudad de Aviñón, hoy zona residencial, tal vez menos conocida es muy interesante y no debería ser ignorada en ninguna visita pues ayuda a comprender la historia en su justa dimensión. Es cierto que la ciudad papal, la otra margen, la eclipsa, no en vano es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1995, pero ambas son un reflejo de la lucha de poderes de la época, en un contexto histórico sin precedentes e irrepetible.
La “Ciudadela de los Papas”
Es realmente un “complejo monumental” único e imponente que incluye, en el centro histórico de la ciudad, el Palacio de los Papas, el Complejo Episcopal, con la Catedral de Nuestra Señora des Doms y el Museo del Palacio Pequeño, el Puente de Aviñón y sus Murallas.
Palacio de los Papas de Aviñón
Nueve papas comprenden el papado fuera de Aviñón: Clemente V, Juan XXII, Benedicto XII, Clemente VI, Inocencio VI, Urbano V, Gregorio XI y dos rebeldes, miembros destacados del “Cisma de Occidente” 1374-1417 con el que se extingue el papado de Aviñón: Clemente VII y Benedicto XIII. Casi todos ellos eran partidarios de la temporalidad de la sede de Aviñón, mientras se resolvían las cuestiones excepcionales que vivía Europa y especialmente Roma.
Una observación que interesa destacar es la relativa a la nacionalidad supuestamente francesa de todos ellos; pues bien conviene recordar que muchos de ellos eran de Estados independientes del Reino de Francia, como es el caso de Aviñón que fue independiente de Francia hasta la Revolución Francesa.
El tercero de estos papas, Benedicto XII, previendo que la situación fuera para largo comienza la construcción del Palacio de los Papas (Palais Vieux) que se concluye en un tiempo récord de 20 años (1335-1352) bajo el papado de Clemente VI (Palais Neuf).
Esta, a la vez fortaleza colosal y suntuoso palacio, cuenta con 25 salas y varios jardines y es considerado el palacio gótico más importante de Occidente. Grandes salas de audiencias, del tesoro, así como capillas y apartamentos privados de los papas en muchos casos cubiertos de frescos de valor incalculable de escuelas de pintura francesa e italiana del siglo XIV, componen este palacio que mediante realidad aumentada y tecnología 3D, una histopad facilitada con la entrada, permite la recreación de hasta 9 habitaciones como se cree que podrían ser en el siglo XIV.
Capillas, la de San Marcial, de San Juan o la de la Gran Audiencia decoradas con pinturas de Matteo Giovannetti en 1353; habitaciones privadas del papa o la del Ciervo (gabinete de trabajo de Clemente VI) con frescos de 1343, sin olvidar los suelos originales que se conservan; los jardines: el papal, el jardín del Palacio, y el Jardín de Urbano V, espacios abiertos de gran amplitud que, además de luz, ventilaban el palacio; increíble su grandeza, así como su estado de conservación.
Los usos históricos del Palacio, tras el papado de Aviñón, han sido varios e incluso llegó a ser cuartel para soldados durante la Revolución Francesa.
El Museo del Palacio Pequeño
De casi 3.000 m2 era el Palacio Arzobispal; de entre siglos XIV-XV, con fachada almenada y ventanas ajimezadas se levanta en la plaza del Palacio de los Papas, a uno de sus lados y alberga una colección única de pinturas y esculturas del medievo, italianas y provenzales, así como del Renacimiento temprano. Varias, e inconfundibles, obras de Botticelli se exhiben en algunas de las salas.
La Basílica o Catedral de Nuestra Señora de Doms
Al norte del Palacio de los Papas, del año 1150 es de estilo románico provenzal al que se añadieron capillas góticas en los siglos XIV-XVI; el ábside se reconstruyó en el siglo XVII e implicó la demolición del claustro medieval. Especialmente llamativa, y muy común en la Provenza, es la imagen dorada de la Virgen que corona la basílica.
El Puente de Saint Bénezet
La literatura, una leyenda y incluso una canción rinden homenaje a este puente uno de los emblemas más destacados de Aviñón. Construido sobre un lecho de guijarros, el puente se extendía unos 900 m y contaba con 22 arcos, uniendo las dos orillas del río.
Su construcción comenzó a finales del siglo XII y se prolongó durante siglos; dañado y reconstruido en múltiples ocasiones (por guerras y crecidas del Ródano) su continua reconstrucción cesó definitivamente en el siglo XVII conservándose tan solo 4 arcos.
En el segundo pilar del mismo, la Capilla de Saint Bénezet guarda las reliquias del santo constructor del mismo que con ayuda divina pudo realizar tan faraónica obra.
El paseo por el puente, imprescindible de la ciudad, es como asomarte a un balcón de 360 grados sobre el Ródano desde el que ver la Torre Philippe le Bel, el Fuerte de Saint André, el Palacio de los Papas, las Murallas y hasta el Palacio Pequeño.
Las Murallas de Aviñón
Con 4,3 km de longitud rodean su casco histórico. Con un magnífico estado de conservación y una fantástica rehabilitación, su construcción se inició bajo el pontificado de Inocencio VI y se concluyó en 1370, con Urbano V. Su función era doble, defensiva de asaltantes y protectora de las crecidas del río. Se pueden recorrer, pasando por la entrada del Puente para subir hasta el Jardín de Rocher des Doms, desde allí las vistas de la ciudad y del Ródano son inmejorables.
Este jardín fue la cuna de la ciudad como así atestiguan los restos neolíticos allí encontrados para, en la Edad Media, ser un lugar de pastoreo comunitario o en el siglo XIX una especie de paseo marítimo-fluvial que más tarde sería engalanado con esculturas de personajes famosos. Hoy es un jardín con 29.000 m2 y un gran estanque con cisnes, patos, gansos y carpas.
Aviñón es mucho más que un centro histórico reconocido por la UNESCO, son sus innumerables iglesias (la Capilla de los Franciscanos, la Basílica de San Pedro, la Iglesia de Saint Symphorien des Carmes, la Iglesia de Saint Martial o la bellísima Iglesia de los Penitentes Negros) repartidas por toda la ciudad y que aparecen por doquier mientras paseas.
Son sus callejones, plazas, (por supuesto la del Palacio en la que además de todas las edificaciones religiosas ya mencionadas destaca esa elegante fachada barroca de la Casa de la Moneda; la hermosísima Place de l´Horloge que alberga el ayuntamiento de la ciudad; la plaza des Carmes con su mercado cubierto del siglo XIX; o la Plaza Crillon, una de las más burguesas del centro histórico), las mansiones de enormes fachadas e imponentes puertas y ventanas de madera perfectamente tallada que suscitan dudas continuas sobre si es hierro forjado o madera el material trabajado.
Aviñón es también un elegante desfile de Livrées Cardinalices, palacios levantados por y para los cardenales, alojamiento propio y de su extensa comitiva, muchos hoy reconvertidos en hoteles o museos. El listado es inmenso, así como múltiples han sido los dueños y usos históricas de estos palacios; muchos de ellos también desaparecidos (Librea de Florencia, del cardenal Corsini, de ésta sólo se conserva la Torre de San Juan; Librea de Amiens; Librea Cambrai, actual Museo Calvet; o la impresionante Librea de San Marcial, palacio de un cardenal del siglo XIV con fachada del XVII que actualmente es el lujoso Hotel-Restaurante La Mirande).
Los Museos de Aviñón
Auténticos relatores de su historia y que además ocupan soberbios edificios. El Museo Calvet, alojado en un impresionante edificio con precioso jardín del siglo XVIII, tiene una colección de bellas artes, pintura y escultura de los siglos XV-XX que es imprescindible ver, especialmente su parte egipcia. El Museo-Palacio del Roure, es un museo de arte y tradiciones populares provenzales que abarca su historia, idioma y hasta literatura. El Museo del Monte de Piedad, las condiciones de la seda y archivos municipales; viaja a su historia, el Monte de Piedad más antiguo de Francia (1610) y mediante exposiciones temporales continúas aborda la historia de Aviñón y sus habitantes.
Sus emblemáticas calles
Calles como la des Teinturiers o calle de los Tejedores, tan comunes en La Provenza y otras regiones del sur de Francia, y que sigue el cauce de un pequeño canal sobre el que aún quedan viejas norias de molino que giran con el agua y que hacían funcionar los telares, tan importantes en la historia económica de Aviñón. Un paseo delicioso que no te puedes perder.
Otras búsquedas imprescindibles, antes de abandonar la ciudad, son la Isla de Barthelasse, la mayor isla fluvial de Europa, en medio del Ródano y repleta de granjas y Les Halles, un mercado central cubierto muy llamativo por su fachada que es un auténtico muro vertical y vegetal de frondosidad curiosa. Con sus 40 puestos, es un lugar interesante para degustar lo más auténtico de la gastronomía km 0 de Aviñón.
Dos actividades, muy estacionales o fechadas, que tal vez ayuden a decidir el viaje a Aviñón, y a la vez son parte de su cultura son:
El Festival de Teatro de Aviñón, el mes de julio y desde 1947, es el momento elegido para que más de 50 espectáculos culturales de artes escénicas vean la luz en Aviñón. Poesía, literatura y teatro captan a jóvenes, y a no tan jóvenes, con una oferta contemporánea, tecnológica, e integradora, social y culturalmente, sin descuidar la parte territorial o más regional.
El Millévin
El más lúdico y gamberro encuentro festivo de las Cotês du Rhône y Aviñón para anunciar la nueva cosecha, de vino por supuesto, con desfile de hermandades, degustaciones, música en la calle, catas en espacios inimaginables como iglesias, en la que enólogos, comerciantes, productores y amantes del buen humor lo dan todo para defender y poner en alza una de las regiones vitivinícolas más antiguas de Francia. Por experiencia propia, un plus en favor de Aviñón, en el que por momentos pareces estar en algunos de los más disparatados y divertidos lugares del sur de España con una desinhibición fantástica. Muy, muy recomendable.