Siete Reservas de la Biosfera en León para vivir la naturaleza
La provincia de León no solo se posiciona como referente en la conservación medioambiental de España, sino que ha conquistado un lugar destacado en el mapa mundial al concentrar el mayor número de Reservas de la Biosfera reconocidas por la UNESCO en un mismo territorio. En total, siete joyas naturales que recorren de este a oeste la franja montañosa del norte leonés, bajo el influjo de la Cordillera Cantábrica. Un récord que sitúa a León por delante de países como Brasil, Japón o Austria, y que la iguala con potencias medioambientales como Italia o Reino Unido.
El origen: naturaleza y humanidad en equilibrio
El Programa Hombre y Biosfera (MaB), promovido por la UNESCO hace más de cinco décadas, dio lugar al concepto de Reserva de la Biosfera con un propósito claro: preservar el equilibrio entre el ser humano y su entorno. En León, este modelo se ha materializado con éxito en comarcas que han sabido integrar el desarrollo económico y la vida rural con la protección de sus recursos naturales, su identidad cultural y su biodiversidad.
Las siete joyas verdes de León
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Picos de Europa
El santuario natural por excelencia, declarado en 2003, alberga al 88% de las especies animales presentes en la península ibérica. Entre Oseja de Sajambre y Posada de Valdeón se extiende un territorio de 64.315 hectáreas, de abruptas montañas, bosques y gargantas como la del Cares. Zona crítica para aves y fauna mayor, también conserva testimonios del paso del hombre, como rutas jacobeas y antiguos caminos romanos.

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Valle de Laciana
Reconocido también en 2003, Laciana representa un paraíso fluvial y boscoso, vital para especies como el oso pardo o el urogallo. Los valles cerrados y los lagos glaciares, como las lagunas del Castro, junto con la estación invernal de Leitariegos y una potente tradición rural y arquitectónica, hacen de esta zona una propuesta ineludible para los amantes del ecoturismo.

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Babia
En 2004 fue declarada Reserva y es quizás la más conocida por la expresión “estar en Babia”. Su encanto reside en sus lagunas, pastizales infinitos y la serenidad de sus montañas. Es un territorio modelado por siglos de ganadería extensiva, con una biodiversidad notable y escenarios que merecen ser disfrutados sin prisas, como los bosques de la Cueta o el Puente de las Palomas.

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Alto Bernesga
Situada en la montaña central leonesa, esta Reserva de 33.442 hectáreas fue reconocida en 2005. En ella convergen historia minera (como el Pozo Ibarra), rutas milenarias (la calzada romana de La Carisa) y una gran riqueza ecológica: hayedos, sabinares, encinares relictos, y especies como el lobo, el rebeco o el urogallo. Cuenta además con centros de interpretación en Geras de Gordón y La Vid.

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Los Argüellos
También declarada en 2005, es un paraíso para los espeleólogos, con cuevas únicas como la de Valporquero. Aquí, la naturaleza y el paisaje cultural se funden: puentes romanos, barrancos como las Hoces de Vegacervera, cecina de chivo, quesos, embutidos y un entorno donde se conserva una ganadería extensiva ligada al paisaje desde hace siglos.

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Valles de Omaña y Luna
Una de las más extensas, con 81.159 hectáreas reconocidas como Reserva en 2005. Su riqueza geológica es excepcional, con fósiles, sabinares y valles glaciares. Aquí el desarrollo sostenible se apoya en la implicación vecinal, con recursos como el Camino Olvidado, el Sabinar de Mirantes de Luna o el balneario de Caldas de Luna. Un modelo ejemplar de ecoturismo y conservación.

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Los Ancares Leoneses
Culmina la lista la Reserva de los Ancares, declarada en 2006. Una tierra de castros, pallozas, monasterios, bosques centenarios y una etnografía viva. Aquí se conserva una arquitectura popular basada en la piedra y la madera, con fiestas como los magostos o los Danzantes de Fornela, que dan cuenta de un patrimonio inmaterial de incalculable valor.

Un modelo sostenible que invita a viajar
León ha logrado conjugar como pocos territorios la conservación activa de sus paisajes con la vida de sus pueblos. Las Reservas de la Biosfera se han convertido en motores de desarrollo local, gracias a una oferta creciente de turismo rural, actividades en la naturaleza, gastronomía ligada al territorio y productos artesanales. Esta sinergia entre naturaleza y cultura, entre protección y experiencia, convierte a la provincia en uno de los destinos más atractivos de la geografía española para quienes buscan autenticidad y compromiso con el entorno.
La provincia de León no necesita artificios: sus montañas, bosques, ríos y pueblos hablan por sí solos. Hay que escucharlos. Y recorrerlos.