De dilatada e ilustre historia, con importante mezcla de realidad y leyenda, Jerez de los Caballeros, al sur de Badajoz, es portadora de un importante legado patrimonial, material e inmaterial.
Recorrer su blanco caserío, distribuido por sus empedradas calles, es descubrir sus escondidas ermitas, conventos, casas nobles y señoriales palacios además de sorprendernos por, ya visibles desde la lejanía, esas 4 impresionantes Iglesias barrocas de esbeltas y afiligranadas torres que con abundante decoración policromada a base de azulejería, barro vidriado y yesería, de gran influjo portugués, son una auténtica maravilla.
Hablar de Jerez de los Caballeros es hablar de su Fortaleza Templaria del siglo XIII (Castillo y Murallas) levantada sobre una antigua Alcazaba árabe, de imponente planta romboidal con una torre en cada ángulo; en una de estas torres, la Torre Sangrienta, murieron degollados los últimos templarios. Desde aquí oteamos una parte de su Dehesa, plagada de encinas y alcornocales, hábitat privilegiado del cerdo ibérico además de un observatorio ornitológico privilegiado.
Hijos ilustres de Jerez de los Caballeros (V. Núñez de Balboa y Hernando de Soto) son también patrimonio, en este caso inmaterial, de la ciudad, pues contribuyeron en la conquista y cristianización de América, descubriendo el primero el Océano Pacífico y conquistando el segundo La Florida.
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