Madrid son los cielos de Velázquez, los Fusilamientos del 3 de mayo y su Pradera de San Isidro. Madrid son sus plazas que recuerdan gestas heroicas y esa ciudad cortesana que Austrias y Borbones modelaron con Carlos III como el mejor de los alcaldes.
Madrid también es Fortunata y Jacinta, Misericordia o La Historia de una escalera, como ejemplo más reciente y sin duda actual. También lo fueron Lope de Vega, Calderón de la Barca o el propio Cervantes, madrileños ilustres que narraron sus crónicas de una época, el Siglo de Oro.
Madrid es la música de zarzuelas, chotis, verbenas y representaciones populares en corralas donde el género chico y popular era la expresión de un pueblo. También sede de “La Movida”, que aunó libertad y arte, una explosión cultural que trascendió de sus límites geográficos.
Madrid es también la chula del “tranvía número 8”, aquel que portaba a sus chulapos a la Pradera del Santo.
Madrid es la abuela, madre e hija, a veces biológica y otras muchas adoptiva, consentidora, observadora e ilusionante que tiene sus “ Puertas” abiertas, tanto en barrios y extrarradios que palpitan y también madrugan.
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