La provincia de Jiangsu, en el este de China, es una tierra de agua, jardines y cultura milenaria. Entre sus canales, lagos y templos, el visitante descubre un paisaje lleno de serenidad y belleza. Ciudades como Suzhou, Nanjing, Yangzhou o Taizhou mezclan historia y modernidad, mientras pueblos de agua como Tongli ofrecen un viaje al pasado.
Historia y orígenes de Jiangsu
La historia de Jiangsu se remonta a más de dos mil años. En tiempos antiguos, formó parte del estado de Wu, una región poderosa durante el periodo de los Reinos Combatientes. Más tarde, bajo la dinastía Zhou, se convirtió en un territorio próspero gracias a su ubicación entre los grandes ríos y el Gran Canal, una obra maestra de la ingeniería china que unía el norte con el sur.
Durante la dinastía Song, el comercio fluvial impulsó a ciudades como Suzhou y Yangzhou, que se convirtieron en centros de arte, seda y cerámica. En 1667, la provincia adoptó oficialmente el nombre de “Jiangsu”, combinación de Jiangning (actual Nanjing) y Suzhou.
A lo largo de su historia, Jiangsu fue símbolo de elegancia, refinamiento y comercio. Comerciantes, poetas, pintores y filósofos dejaron aquí un legado cultural que aún se respira en sus jardines, templos y canales.
Nanjing: la antigua capital imperial
Nanjing es la capital de Jiangsu y una de las ciudades más históricas de China. Fue capital de varios imperios, y aún conserva sus murallas, templos y mausoleos. Pasear por sus calles es como recorrer siglos de historia.
La Muralla de Nanjing, fue una de las más extensas del mundo, rodeó el casco antiguo y ofrece vistas espectaculares del río Yangtsé. El Mausoleo de Sun Yat-sen, rodeado de pinos, y el Templo de Confucio son dos de los lugares más visitados por su valor histórico y espiritual.
Pero Nanjing también es moderna: cafés, universidades y barrios artísticos le dan un aire joven y cosmopolita. Es una ciudad donde el pasado y el presente se dan la mano.
Suzhou: la ciudad de los jardines
Hablar de Suzhou es hablar de elegancia. Famosa por sus jardines clásicos y sus canales, esta ciudad es considerada la “Venecia del Este”. Fundada hace más de 2.500 años, fue hogar de eruditos y poetas que crearon los jardines más bellos de China.
El Jardín del Administrador Humilde es su joya más reconocida y Patrimonio de la Humanidad. Construido en el siglo XVI, combina estanques, pabellones y senderos que representan la armonía entre el hombre y la naturaleza.

Otro lugar imprescindible es la Colina del Tigre (Tiger Hill), donde se alza la Pagoda Yunyan, una torre inclinada del siglo X rodeada de bambúes y leyendas. Desde su cima se observa el laberinto de canales que define el paisaje de Suzhou.
Tongli: el pueblo acuático más bonito de China
A pocos kilómetros de Suzhou se encuentra Tongli, un pequeño pueblo atravesado por canales y puentes de piedra. Fundado hace más de mil años, conserva intacto el encanto de la antigua China.
Sus casas blancas reflejadas en el agua, los barqueros con sombrero de paja y el sonido del remo crean una atmósfera única. El Jardín Tuisi, una joya arquitectónica de la dinastía Qing, muestra la elegancia privada de las antiguas familias chinas.
Navegar en barca al atardecer por los canales de Tongli es una de las experiencias más románticas de Jiangsu. La luz se refleja en las fachadas y el silencio del agua invita a desconectar del mundo moderno.

Yangzhou: poesía junto al Gran Canal
Yangzhou fue una de las ciudades más ricas durante la dinastía Tang gracias al comercio de la sal. Hoy conserva el esplendor de aquella época en sus templos, jardines y canales.
El Lago del Oeste Delgado (Slender West Lake) es su emblema: un espejo de agua cruzado por puentes arqueados, pagodas y pabellones. Los sauces que lo rodean crean un paisaje de calma y belleza que inspiró a generaciones de artistas.
Pasear en barco por el Gran Canal es una forma de revivir la historia comercial de Jiangsu. Las antiguas casas de comerciantes y los templos budistas que bordean el canal muestran la importancia cultural y económica de la región.

Taizhou: tradición y naturaleza en equilibrio
Taizhou, menos conocida por los turistas, es una ciudad llena de encanto rural. Su entorno natural, sus templos y sus mercados tradicionales la convierten en un destino ideal para quienes buscan una experiencia más auténtica.
El Templo Guangxiao, con sus techos dorados y su atmósfera serena, es uno de los más visitados. En los alrededores, los parques y jardines invitan a pasear sin prisas entre flores de loto y estanques.
Lagos, canales y paseos en barco
El agua es el alma de Jiangsu. El Gran Canal, con casi 700 kilómetros dentro de la provincia, es el sistema fluvial más antiguo y largo del mundo. Hoy se puede recorrer en barco, disfrutando de un paisaje lleno de puentes, templos y casas tradicionales.
El Lago Taihu, entre Suzhou y Wuxi, es otro de los grandes atractivos. Con más de 2.000 kilómetros cuadrados de superficie, alberga numerosas islas, templos y jardines. En primavera, los lotos cubren el lago y crean una postal inolvidable.
Los paseos nocturnos por los canales de Suzhou o Yangzhou son una experiencia mágica. Las luces se reflejan en el agua, las casas parecen flotar y el sonido de la música tradicional china acompaña el trayecto.

Viajar a Jiangsu es descubrir la esencia más delicada de China. Es una provincia donde la historia, la naturaleza y la estética se combinan de manera perfecta. En sus jardines, sus canales y sus templos se encuentra la calma que define el alma oriental.
Desde la monumental Nanjing hasta los jardines de Suzhou, desde la poética Yangzhou hasta la tranquila, cada rincón guarda un fragmento del pasado imperial chino. Jiangsu invita a mirar despacio, a escuchar el sonido del agua y a dejarse llevar por su belleza.


