La Feria de Albacete, declarada de Interés Turístico Internacional, que se acaba de celebrar del 7 al 17 de septiembre, acaba de cerrar sus puertas con gran éxito de público. El recinto ferial de la ciudad manchega ha sido un hervidero de visitantes locales, turistas foráneos y como no, de albaceteños que, durante estos días, además de honrar a su patrona, la Virgen de los Llanos, disfrutan de la alegría, la diversión, la tradición y la gastronomía del lugar. Una Feria que cumple 800 años de antigüedad y que puede estar orgullosa de tener una de las ferias taurinas más importantes de España, cuyas corridas se celebran en la imponente plaza de toros de Albacete, situada en el recinto Ferial. La Feria de Albacete marca el ritmo de esta bella ciudad manchega, bastante desconocida todavía para los propios españoles, siendo la mayor fuente de dinamización económica de la localidad por la imagen que de ella proyecta y por el volumen de negocio y trabajo que supone durante estos días. La Feria es una referencia para la proyección turística de la región en el resto de España y en el extranjero. Un 71% es público nacional mientras que casi un tercio está compuesto por estadounidenses y latinoamericanos.

Albacete no concibe su ciudad sin su Feria, algo que puede corroborar cualquier albaceteño, que está deseando divertirse y recibir a todos los que deseen conocerles. La ciudad se vuelca para acoger a todo aquel que acuda, haciendo gala los albaceteños de su tradicional amabilidad y hospitalidad. La Feria es una explosión de luz, color y ambiente festivo con una participación popular muy significativa que se ve en cada una de las actividades. Un programa de títeres, verbenas, concursos, exposiciones de cerámica o de cuchillos (Albacete será la capital mundial de las navajas en 2020), constituyen algunas de las numerosas actividades que se pueden vivir durante estos días de Feria. Las cabalgatas en coche de caballo, ornamentados con flores y bellos adornos, que portan hasta el recinto ferial a hombres y mujeres ataviados con los trajes típicos manchegos es un espectáculo para no perdérselo. Llegados a la Feria, nos asalta el bullicio, la música, la diversión, el delicioso vértigo de las atracciones y presidiendo todo, la inmensa Noria y el bello y coqueto Templete, de reminiscencias modernistas, en torno al cual se alzan casetas donde se puede beber, bailar y comer a todas horas. La gastronomía es un punto fuerte de la Feria ya que podemos comer una variedad de recetas desde jamón, pescados, carnes, queso frito en daditos o para endulzarnos, los famosos “miguelitos” de Albacete, pastelillos de hojaldre rellenos de crema pastelera o en sus variantes más modernas, de chocolate, acompañados, como dice la tradición, por un vasito de sidra.

Además de vivir la Feria de Albacete, con pasión, durante diez días, no deja de ser la oportunidad idónea para conocer una ciudad singular. Darse un paseo por su casco histórico y monumental, donde abunda la arquitectura modernista, ver la Catedral de San Juan con su piedra dorada o admirar el edificio emblemático de la ciudad, el Gran Hotel, situado en la bella plaza del Altozano, donde también se encuentra el ayuntamiento y, como no, rendir homenaje al patrimonio de la cuchillería albaceteño, visitando el Museo Municipal de la Cuchillería, precioso lugar de artesanía, único en el mundo, son algunas de las propuestas turísticas que, en definitiva, nos brinda la Feria de Albacete.

Carmen Pineda

 

 

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!

Por favor ingrese su nombre aquí